AFERRO AL PODER EN LA CTM: CUANDO LA ÉTICA ES OPCIONAL

Crónicas del Este 06/11/2023 Política

Leandro Secinaro

“Amigos de German Coutinho se aferran a cargos en la CTM, evidenciando una preocupante cultura de dependencia del Estado.
En estos tiempos en que la transparencia, la competencia y el servicio al ciudadano deberían ser los pilares fundamentales de nuestro servicio público, nos encontramos frente a una situación que nos invita a la reflexión y a la acción.” Así comienza el artículo de Salto Al Día, escrito por el colega Gonzalo Saulina, el cual ha arrojado luz sobre una contienda que revela una arraigada cultura del aferro al poder y a las prebendas estatales. Los amigos de toda la vida del senador German Coutinho, que ostentan cargos en la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande (CTM), parecen renuentes a abandonar sus posiciones, poniendo de manifiesto una preocupante incapacidad para adaptarse al sector privado y un gusto cuestionable por el amamantamiento continuo del erario público.
Lo que sucede en la CTM va más allá de una mera cuestión de personal. Representa un ejemplo claro de la práctica clientelística que aún persiste en algunos círculos políticos, donde la lealtad y el compadrazgo prevalecen sobre el mérito y la competencia. Esto no solo es inquietante por la persistencia de estos individuos en sus cargos obtenidos de manera discrecional, sino también por la señal que envía a la sociedad sobre la ética en el servicio público.
Fuentes políticas nos advierten que, sin una presión significativa desde el gobierno, es improbable que estos individuos renuncien voluntariamente. Esta resistencia a abandonar cargos obtenidos a discreción mancha la imagen de la institución y pone en entredicho la efectividad de las medidas adoptadas por las autoridades para limpiar la casa.
El gobierno, por su parte, parece estar procesando las denuncias sobre prácticas clientelistas en la gestión de la delegación uruguaya de la CTM, pero la firmeza de sus acciones ha sido cuestionable. A pesar de los llamados unánimes de la Cámara de Diputados para poner fin a los contratos discrecionales y solicitar la renuncia de los miembros políticos de la delegación, los movimientos han sido tibios.
El presidente Luis Lacalle Pou ha expresado su desacuerdo con algunas de estas mociones, lo que pone de manifiesto una discrepancia entre el poder ejecutivo y la voluntad legislativa. Mientras tanto, se informa que muchos de los nombramientos directos continúan intactos, a pesar de las revisiones realizadas.
El caso de Pablo Constenla, quien presentó su renuncia recientemente, se destaca como un ejemplo de decencia que debería ser la norma y no la excepción. Su acto de renuncia voluntaria resalta aún más la inmovilidad de sus colegas, que parecen aferrarse a sus beneficios como si fueran un derecho adquirido en lugar de un privilegio conferido.
Esta situación no solo es motivo de crítica hacia la falta de acción decisiva por parte del gobierno, sino que también nos invita a reflexionar sobre el tipo de servicio público que queremos. La CTM y las figuras políticas involucradas tienen ahora la oportunidad de demostrar que están a la altura del cambio que la sociedad uruguaya merece y necesita. Es hora de desapegarse de la 'teta del estado' y permitir que la CTM y sus prácticas se alineen con los principios de transparencia, competencia y servicio al ciudadano.
Estamos en un momento crucial para nuestro país, y es responsabilidad de todos nosotros, como ciudadanos comprometidos, exigir un servicio público que esté a la altura de nuestras expectativas y valores. La CTM debe ser un ejemplo de integridad y eficiencia, y no un símbolo de aferro al poder. Juntos, podemos trabajar para construir un Uruguay más transparente y justo.